domingo, 30 de junio de 2013

Día #9: Battambang - Kompong Luong - Phnom Penh

Hoy ha sido un día en el que, a priori, no teníamos claro ni donde dormiríamos ni a qué hora llegaríamos a destino, aunque sí que sabíamos que salvo por una visita, el resto de la jornada estaría perdido... y todos nuestros temores se han cumplido. Y es que lo del transporte en este país da para un blog aparte.
Esta mañana abandonábamos la maravillosa provincia de Battambang, en busca de una de las visitas más extraordinarias que se puede hacer en este país: Kompong Luong o la Venecia de Camboya. Se trata de una ciudad flotante sobre la orilla del lago Tonle Sap y que se desplaza siguiendo las crecidas del lago en época de monzones. Es una de las 200 aldeas suspendidas sobre la mayor masa de agua dulce del sudeste asiático.

Sus habitantes, vietnamitas en su mayoría, llegaron al asentamiento en los años 80, justo después de la caída del régimen de los jemeres rojos, que los había perseguido sin descanso.


En Kompong Luong no hace falta de nada: restaurantes, pagoda, gasolinera, tiendas de ropa, de móviles...

Hemos disfrutado durante algo más de 1 hora de un paseo por esta aldea tan peculiar. Una experiencia, para nosotros, inolvidable (y ya llevamos unas cuantas en esta aventura)


Como aún no era muy tarde hemos decidido no quedarnos a dormir en la ciudad de Pursat, la más cercana a la aldea, sino intentar llegar de nuevo a la capital, Phnom Penh, ya que es la única manera de acceder a los pueblos de la costa, nuestro siguiente destino en este viaje.
Pero aquí ha empezado nuestra pequeña odisea. Nos dicen que en 10 minutos llega un autobús que en unas 3 horas nos llevará a Phnom Penh... y en efecto el bus aparece. Un autocar destartalado, repleto de gente, sin apenas espacio para avanzar por el pasillo debido a la gran cantidad de cajas, paquetes y demás. Al menos, nos han hecho sitio en la bodega para nuestras mochilas. Tardamos en salir no menos de 25' y saliendo de Pursat nos extraña que el 'señor conductor no acelere'. 
Al de un par de kilometros el bus se detiene en medio de carretera y la gente empieza a bajarse: pinchazo ! Tardamos algo más de 40' en retomar la marcha para volver a parar 15 km. más lejos: avituallamiento. Esta parada nos la esperábamos, puesto que es habitual en todas las líneas, da igual la compañía. 
Con algo en el estómago (menos mal) nos ponemos por enésima vez en marcha... pero no por mucho tiempo. El autobús vuelve a parar ya que la rueda de repuesto no ha aguantado. ¿Qué hacemos ahora? 
Me bajo para ver qué hace la 'tripulación' y en esto que al de un rato Susana se percata de que una furgoneta ha parado y algunos pasajeros del bus se suben a bordo. Con gestos les hacemos ver que si van a Phnom Penh, nos encantaría ir con ellos. 
No se qué hablan entre ellos, pero nos dicen que sí. Falta recuperar el equipaje de la bodega del bus, aunque más parecía una despensa. 
Al abrir vemos como han atado 2 gallos al asa de una de nuestras mochilas y cualquiera mete la mano! Además me han dejado la mochila con unos cuantos regalitos.


La furgoneta es un taxi colectivo por el que pagamos 10.000 rieles pero es que la situación no era nada halagueña y ni lo hemos dudado: había que salir de allí como fuera. 
Nos van hacinando según les paran por el camino, hemos llegado a contabilizar hasta 20 pasajeros !

Una vez en la capital, encontrado hotel, y cenando tranquilamente en el riverside, nos preguntamos qué habrá sido de nuestro autobús y de los polizones de la bodega.

sábado, 29 de junio de 2013

Día #8: Battambang

Pues sí, tal y como pensábamos ayer, hoy hemos sido testigos de una Camboya muy rural. Han sido unas horas en las que Happy nos ha acercado a ver cómo viven las familias en las aldeas de los alrededores.
Ayer decidimos organizar el día pasando un poco de los templos (que aquí también los hay) para disfrutar de esta realidad y ha sido todo un acierto.

El paisaje rural es digno de los grandes reportajes y fotografias de las revistas de viajes. En solo unos pocos kilometros el campo se convierte en pequeñas aldeas llenas de casitas salteadas y arrozales que se extienden hasta el infinito.

Primera parada para ver cómo se elabora el krolan, tentempie típico en el que utilizan las cañas de bambú, las rellenan de arroz, judias, leche de coco lo salan y lo tapan con una hoja de platanero para sellarlo antes de ponerlo al fuego. El resultado es un arroz meloso y con un sabor ahumado. Estaba muy rico, os lo aseguramos.


En el camino paramos para ver la 'cadena de producción' de la elaboración de los noodles de arroz. Comentar que esta zona de Camboya es considerada como el 'granero' del país, por la cantidad y calidad de su arroz.


Otra parada, esta vez para aprender a elaborar los redondos papeles de arroz usados para los rollitos de primavera, otra actividad totalmente artesanal.

Más. ¿Sabíais que Coca Cola tenía un monopolio con el gobierno y no se podía comercializar otra marca? Pues este hecho no le supuso ninguna traba a Pepsi para construir una fábrica en Battambang donde embotellar la bebida para luego venderla a otros paises. Sin embargo, los jemeres rojos forzaron la huida de todos los trabajadores, abandonando las instalaciones a su suerte. Hoy, pertenece a una empresa privada y no se puede acceder a su interior. Una pena.

Y ya que hemos mencionado a los jemeres rouge... deberías conocer que por esta región también la liaron parda, matando a mucha gente. Sirva este monumento erigido en el interior de un templo budista, como recuerdo de las más de 10.000 personas fallecidas.


Wat Ek Phnom es el templo al que se llega al cabo de doce kilometros de caminos rurales con las experiencias que os estamos contando... pero al que ni siquiera hemos entrado (más ruinas angkorianas)


Happy nos ha acercado después a visitar una auténtica casa jemer de más de cien años, en la aldea de Wat Kor. Aquí, una señora de más de setenta años nos ha abierto las puertas de su modesta vivienda y, en francés (Camboya fue protectorado francés durante un periodo de su historia), ha ido contandonos detalles de la misma. Nos hemos entendido.

Pero lo mejor del día estaba aún por llegar. Lo llaman norry, lorry o tren de bambú. Los franceses introdujeron el ferrocarril pero los jemeres rojos lo destruyeron con la intención de aislar a la gente. Durante los años posteriores al genocidio, los camboyanos necesitados de un medio de transporte que les ayudara a desplazarse y a transportar sus mercancias, aprovecharon que las vías estaban más o menos intactas e idearon este medio de transporte, único en el mundo. Reciclando antiguas ruedas de tanque, montando unas plataformas de bambú encima y usando un motor de motocicleta, permite llevar a unas diez personas a una velocidad de unos 30 km/h. La experiencia ha sido una pasada.


Ya en Battambang, y tras disfrutar de una auténtica y deliciosa comida jemer, hemos paseado por las calles de esta ciudad con casas coloniales francesas de dos plantas, viendo su mercado, sus tiendas, colegios... Como veréis en alguna foto, nos están dejando sordos con la megafonía que usan los partidos políticos!


Y mientras descansábamoa del paseo y del calor ha caído una.... que menos mal que estábamos a buen recaudo. No está mal para terminar, verdad?