Día #11: Kampot

Esta etapa del viaje ha sido toda una aventura. Hacer los 20 kilometros que separan Kampot de Kep, atravesando palmerales, plantaciones de pimienta, arrozales, ríos y el océano, una combinación espectacular. Todo ello alternándose con las casas de madera típicas del país. Pero si a todo esto le sumamos que el medio de transporte elegido para la ocasión ha sido el más usado en Camboya, entenderéis lo del término aventura.

Es la primera vez que nos subimos a una moto y por mucha scooter que sea, hacerlo en este país y por estas carreteras, ha tenido su gracia. Pero si en algún lugar había que hacerlo era aquí para poder disfrutar de este entorno privilegiado.

La primera parada nos ha llevado a una plantación de pimienta, la prestigiosa pimienta de Kampot. Bueno, en realidad hemos visitado un centro de lavado, secado, selección y envasado, gestionado por unos franceses y que sirve de apoyo a muchas de las plantaciones de la zona. A veces nos entra la duda si de verdad quieren ayudarles o aprovecharse de sus riquezas para hacer negocio. De todas formas, nos ha parecido muy interesante ver cómo las mujeres seleccionaban grano a grano desechando las que no cumplían con los estandares de calidad marcados (color, tamaño...)

Siguiente parada, dejando atrás la carretera principal, una de las cuevas de esta zona de montañas, concretamente las de Phnom Chnnork. Más que la cueva en sí, destacan dos cosas: las vistas tras ascender los 204 escalones que llevan a la entrada; y el templo hindú del siglo VI, anterior a la época angkoriana, que se encuentra en su interior. Pero también ha sido muy divertida la compañia de los niños guía que te van contado de todo durante el recorrido.

Más adelante nos hemos tomado una Mirinda junto al Secret Lake para descansar un poco y coger fuerzas para continuar por estos caminos sin asfaltar con campos de arroz por todos lados.

Era hora de comer y tras girar en la rotonda del caballo blanco (aquí te lo ponen muy fácil para orientarte con las rotondas, ya que cuando no te ponen un animal, te colocan un durián o cualquier símbolo que sea fácilmente reconocible) hemos cogido velocidad de crucero hasta Kep y su Crab Market. Aunque pasaremos aquí unos días en esta localidad junto al Golfo de Tailandia, ya que teníamos la moto no nos costaba nada acercarnos a probar el delicioso cangrejo azul o lo que nosotros conocemos por nécora. Te lo sacan directamente del agua y te lo cocinan de mil formas, aunque la más preciada es a la parrilla y con pimienta de Kampot: sublime, delicioso...


Aún con el sabor de la pimienta en la boca, Susana ha hecho un amago de ponerse 'al mando'... pero le ha durado muy poco (yo creo que solo quería salir en la foto)


Media vuelta hacia Kampot con varias paradas por el camino. Una aldea de pescadores musulmanes preparando sus barcos para la faena nocturna. Son los que luego veríamos atravesar el 'puente del otro lado' en Kampot para adentrarse en el océano.


Antes de llegar a la rotonda de los trabajadores de la sal en la entrada de Kampot, pues una visita a las salinas, aunque no hemos visto gran cosa.


Una vez en Kampot, Roberto, perfecto dominador ya de la moto, ha querido pasar por el destartalado puente de hierro, para cruzar al otro lado del río que tanta vida le da a este precioso enclave, para despedir a los barcos y desearles suerte.


Y con esto hemos dado por terminado nuestra etapa-aventura. Tras quitarnos las capas de polvo acumuladas, y aprovechar la happy hour de nuestro inolvidable alojamiento junto a la puesta de sol tiñendo de rojo las aguas del río, hemos dado cuenta de una repostería sin igual que recomendamos a cualquiera que venga por aquí.


¿Es o no es esta una cara de felicidad?